sábado, 1 de diciembre de 2012

Visitamos monumento



Itinerario




Para llegar a la Puerta del Sol desde el colegio caminaremos en dirección Embajadores pasando por la puerta del Teatro Circo Price unos ciento treinta metros, giraremos a la derecha hacia la Calle de Valencia, adentrándonos en uno de los barrios más castizos de Madrid y recorreremos alrededor de trescientos metros por esta calle, después  seguiremos recto pasando por la Plaza de Lavapiés y  caminaremos por la Calle de Lavapiés una distancia de noventa metros, giraremos a la izquierda hacia la Plaza de Tirso de Molina pasando por la puerta del Teatro Nuevo Apolo y después iremos hacia la derecha en dirección a la Calle del Doctor Cortezo, en la que se encuentra el pequeño Teatro Fígaro, por esta calle caminaremos ciento noventa metros y giraremos ligeramente hacia la derecha para continuar por la Calle de Atocha, a continuación seguiremos recto hacia la Calle de las Carretas y caminaremos en la misma dirección hacia la Puerta del Sol que se encuentra a la derecha.


Descripción


Una de las placas que indican el nombre de la plaza.

Fachada principal de la Casa de Correos, en la Puerta del Sol.

La Puerta del Sol desde la calle Mayor.


La historia de la Puerta del Sol representa una parte esencial de la memoria de la Villa de Madrid, no sólo por ser la Puerta del Sol un punto de frecuente paso, sino por constituir el “centro de gravedad” del urbanismo madrileño. La plaza ha ido adquiriendo su carácter de lugar de importancia histórica desde sus inciertos inicios como calle Ancha e impersonal en el siglo XVI, hasta las descripciones de los primeros viajeros románticos, las recepciones de reyes, las rebeliones populares, manifestaciones, etc. Ha sido el escenario de los acontecimientos principales de la vida de la ciudad, desde la lucha contra los invasores franceses en 1808 hasta la proclamación de la República en 1931, conservando además su lugar como protagonista de la costumbre de servirse las doce uvas en Año Nuevo, al son de las campanadas tocadas por el reloj de Correos. En la actualidad es un nudo de comunicaciones, punto de reunión, de citas, lugar de celebraciones y comienzo de manifestaciones en la Capital.

Durante este intenso devenir histórico, la Puerta del Sol ha ido reuniendo lo popular de Madrid en sus diversas épocas. Desde sus comienzos, su posición en la geografía urbana madrileña le ha dado un protagonismo como lugar de encuentro social, nombrado a veces como forum matritense. Ha sido definida también como “Plaza y foro” de España por Antonio Machado, y Ángel Fernández de los Ríos mencionó que “No hay allí un palmo de terreno que no esté regado con la sangre de patriotas, de facciosos o de revolucionarios”.

Desde el punto de vista arquitectónico, la Puerta del Sol es un espacio de paso ensanchado, de forma oblonga, un punto de convergencia de calles que adquiere el aspecto de plaza a mediados del siglo XIX. En dicho espacio desembocan una decena de calles, que en el siglo XVIII eran once. La Puerta del Sol ha ido sufriendo diversas obras de mejora urbana a lo largo de su historia, siendo la más importante la acometida a mediados del siglo XIX. En muchos casos la actuación urbana realizada a lo largo de su historia ha borrado poco a poco importantes edificios del pasado. De todos ellos, el único sobreviviente es la Casa de Correos, que fue la sede del Ministerio de Gobernación (Interior) y en la actualidad sede de la Comunidad de Madrid. Se trata del edificio más antiguo de la Puerta del Sol actual. El segundo en antigüedad es la Casa Cordero, que a lo largo de la historia de la plaza ha ido cambiando de uso.

La Puerta del Sol ha entusiasmado a diversos escritores desde los comienzos de su historia, y muchos de ellos han incluido este espacio en sus obras literarias. Ramón Gómez de la Serna y la Generación del 98, en sus obras madrileñas, han descrito el ambiente social de este centro.  En ellos describen la animación existente de sus actividades diurnas. Desde Lope de Vega hasta Ramón Gómez de la Serna las descripciones literarias son frecuentes, quizás por las tertulias literarias del siglo XIX en sus famosos Cafés.




Hola Marta, aquí te dejo la tercera tarea, ¡ánimo!